Gordiano el regionarius, padre de San Gregorio el Grande, tuvo tres hermanas que llevaron una vida ascética de reclusión religiosa en su casa. Los nombres de las tías de San Gregorio eran: Tarsila, la mayor, Emiliana y Gordiana. Con más fuerza que el vínculo de la sangre, unía a Tarsila y Emiliana el fervor de sus corazones y su común caridad. Vivían en la casa que había sido de su padre, en el Clivus Scauri, como en un monasterio, y unas a otras se alentaban en las prácticas de la virtud por la palabra y el ejemplo, de manera que hicieron grandes progresos en la vida espiritual. Gordiana se unió a ellas, pero no tardó en cansarse del silencio y el retiro, se sintió inclinada a adoptar otra clase de vida y se casó con su tutor. Tarsila y Emiliana perseveraron en la senda que habían elegido, contentas en la paz de su retiro y en la entrega de su amor a Dios, hasta que fueron llamadas a recibir la recompensa de su fidelidad. San Gregorio nos dice que Tarsila gozó de la gracia de una visi
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